martes, 22 de enero de 2013

Una vida de matrícula


"No he desperdiciado ni un minuto de mi tiempo"

En medio de la trituradora de ilusiones llamada España, la historia de Diana Martín (Madrid, 1981) nos recuerda uno de los pocos senderos existentes para salir del barro. No son las matrículas obtenidas en tres títulos universitarios -Terapia Ocupacional, Administración y Dirección de Empresas; y Economía-. Es la metáfora de su vida.
Su espectacular trayectoria académica emerge con sus éxitos en el atletismo. Ni la escondió ni la gritó a los cuatro vientos. Simplemente estaba ahí, como su talento en el deporte. Era cuestión de tiempo que, tras más de una década de esfuerzo descomunal en la sombra, llegase su merecido reconocimiento. "Estudiaba en el coche, en el avión, en las concentraciones... Al calentar en alguna competición repasaba las lecciones en mi cabeza", admite con franqueza, sin disfraces, como siempre habla una persona que trata de escaparse de lo grandilocuente a la misma velocidad que lo hace de la modestia exacerbada.
La carrera de Terapia Ocupacional le enseñó a relativizar la importancia de sus frecuentes lesiones hasta 2011. "Trabajé casi un año con enfermos de esclerosis múltiple, casos de Alzheimer y también en un psiquiátrico", introduce antes de compartir su conclusión: "Los atletas nos creemos que hacemos algo notable, pero no somos nadie al lado de esta gente. Ellos sí tienen un espíritu de superación con mayúsculas".
Enemiga de la trampa
Diana Martín no hace ruido, pero tampoco se calla. Licenciada en Administración y Dirección de Empresas, la madrileña gestiona su vida con unos valores innegociables. Disfrutó en el último Cross de Elgoibar al vencer a la medallista europea Adrienne Stefanie Herzog. No tanto por la condición de bronce continental de la holandesa, sino "por la satisfacción de ganar a una atleta involucrada en una trama de dopaje".
La fondista entrenada por Antonio Serrano sabe lo mucho que cuesta progresar en su doble itinerario. Una constancia labrada desde la niñez que resume en una frase: "Si he sido capaz de llegar hasta aquí es porque no he desperdiciado ni un minuto de mi vida". Casada, pero sin hijos, Diana no renuncia a ser madre: "Si los tuviese me volcaría con ellos al 100%, pero también tendría la esperanza de volver a la élite".
Llegar a Madrid 2020
El presente del cross femenino español –que combina con su faceta de obstaculista- tiene cuerda para rato. "Si le diesen los Juegos a Madrid, trataría de llegar como fuese a 2020", afirma antes de elogiar casos como los de Chema Martínez y Elena Espeso. Profesora de matemáticas durante parte de su trayectoria deportiva, Diana echa cuentas.
Es la versatilidad de una economista todoterreno amiga de debatir sobre los problemas de España, más que de perderse en el kilométrico laberinto de su deporte. "¡Claro que a veces pienso que podría solucionar algunas cosas de la crisis en dos días!", espeta con un brío que extingue de manera cíclica el mismo desencanto: "Pero luego, te frustra ver que muchas decisiones se toman atentando contra principios básicos y que, al final, siempre ganan los mismos".
La historia de esta triunfadora, cuyo caso es tan insólito como alentador, va más allá del atletismo. Si en los próximos años logra su ansiada medalla en el Europeo de Cross o se clasifica para una final olímpica de 3.000 obstáculos, el destino purgaría algunos errores del pasado; porque pocas se lo merecen más que Diana. Ya no hay libros de texto, sólo lectura para dar sentido a su lucha. La batalla la gana cada día en su cuarta carrera lejos de la Universidad, en un lugar más importante, la calle: "Sé que no tengo mucha experiencia laboral, pero lo que estoy viviendo como atleta me será muy útil en el futuro", señala. Su ejemplo es un regalo que el deporte tenía reservado para los momentos más amargos del país. Un cicatrizante en una época marcada por las heridas.

Andrés Armero (MARCA.COM) 18/01/2013

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